ARIADNA CARRASCULL

De vuelta al cuerpo

 
 
 

Feminista, artista y emprendedora.

La cámara es mi objeto de poder, la que me permite capturar la intimidad y la realidad sin filtros de las personas que confían en mi arte.

En tiempos de postureo e influencers, la dosis de realidad para desaprender y deshacernos de los cánones impuestos es vital para crear espacios seguros, libres de juicios y con respeto, empezando por nuestro cuerpo.

Acompaño a las personas con mi objetivo para que reconozcan su imagen, del mismo modo que lo hago conmigo.

A través de la poesía desgrano todo lo que conozco, siento y vivo, compartiéndolo en redes para que otres se puedan encontrar(se) o perder(se) entre mis versos. Sacar Hábitat a la luz fue el broche de oro a todo lo escrito en los últimos años.

Nubedecarbón es mi álter ego, el sobrenombre con el que disparo, escribo y creo.

La parte más analítica de mí disfruta trabajando como trazando estrategias, organizando contenido y poniendo luz a través del marketing, para emprendedoras con proyectos conscientes y de éxito, que quieren hacer de este, un mundo un poco mejor.

 
 
 

Todas tenemos una historia

Podría decir que la mía empieza con un “siempre supe que quería pasar mi vida cámara en mano”, pero sería mentira. No fui una de esas personas que tienen claro lo que quieren hacer y el cómo. O mejor dicho, sí, pero era muy diferente a esto.
Durante años tuve la fijación clara de que lo que haría sería estudiar psicología, hacer el máster y dedicarme en una clínica a acompañar los procesos de otras personas. Y como todo en la vida, las cosas se mueven y colocan como deben, no como teníamos planeado.

Con 17 años y después de unas cuantas pérdidas a mis espaldas, sin saber por qué (aún), decidí estudiar audiovisuales. Sin dudarlo me zambullí en una carrera de 4 años que, te prometo, me enseñó muchísimo, principalmente que lo que quería hacer no era nada de lo aprendido ahí. Y mientras indagaba en mi proceso personal, retomé la cámara. De acuerdo, es cierto, en casa siempre había cámaras grabando y fotografiando pero, de ahí a hacerlo mi profesión o tragozo como a mí me gusta llamarlo… anda más lejos de la realidad para mí, en ese momento.

El autorretrato me salvó. Literalmente. De un pozo lleno de combustible que se llama falta de amor propio, creencias limitantes y duelos no cerrados. Todo con el lazo de un cuerpo inadecuado en una sociedad juiciosa hizo que, sin yo saberlo, emprendiera un viaje sin retorno al encuentro de mi esencia y mi cuerpo.

 
 
 

De eso han pasado más de 10 años y sigo autorretratándome. Encontrándome en reflejos que, ahora, son amables para mí. Formándome gracias a otras profesionales de la salud para acompañar y brindar un espacio de calma y seguridad a otras mujeres que deciden abrazar su cuerpo.

Sigo aprendiendo cámara en mano a construir y generar caminos para mí como empresaria y para otras que emprenden. Uno de mis grandes temores era emprender, y como todo en la vida, si lo temes lo encuentras. Y ahí descubrí que mi miedo no era emprender, ni siquiera el saber si iba a saberlo gestionar, mi miedo era crear una vida diferente y mucho más libre a la que había aprendido.

Mi compromiso conmigo es férreo. Siempre estoy aprendiendo, formándome y abriendo espacio dentro de mí porque, cuánto más aprendo y evoluciono, cuanto más me doy y me permito soltar, confiar y desprenderme de máscaras y  personajes aprendidos, mejor puedo darte la mano.

Si has llegado hasta aquí, gracias por leerme.

Si has llegado hasta aquí, permíteme que te acompañe un poco más.

Si has llegado hasta aquí, te prometo que lo estás haciendo lo mejor que puedes y sabes.

 
 
 
 
 

Cuando empiezas a crearte, empiezas a quererte, y entonces inevitablemente terminas habitándote.